¿Qué es Zule?

ZULE arte + taller, es un espacio cultural  que se encuentra ubicado en 6 n° 1812 e/ 69 y 70  cuidad de La Plata, y abre sus puertas  con el objetivo de proporcionar un ámbito de creación en las diferentes disciplinas artísticas, promover el intercambio cultural y difundir el desarrollo del arte local y sus diversas expresiones.
Este espacio nace en la casa que vio crecer a 3 generaciones de una familia: abuelos, hijos y nietas. Por este motivo el espacio tiene un valor afectivo que nos une a ella, ya que es un lugar que tiene historias para contar...
Los invitamos a conocerlo, a ser parte de este proyecto y a llenarlo de nuevas historias.




SEIS, NUMERO MIL OCHOCIENTOS DOCE…


El frente era  una pared, la recuerdo de ladrillos sin revoque, de unos dos metros de alto cuya única abertura y por ende acceso al interior era una puerta simple y ciega, que supo ser de madera y luego reemplazada por otra de chapa. Estaba en el mismo lugar que hoy ocupa la puerta, en el medio.

Detrás de esas paredes un jardín en el que de un lado, hacia la izquierda, el dormitorio abría una ventana angosta y alargada que permitía ver un arbusto parecido a una  corona de novias pero con flores amarillas y rojas muy chiquitas. Pasillo mediante, el otro lado del jardín, donde una canilla baja que no dejaba de perder una torturante gota, le daba vida a un especie de charco en el que crecían florecientes calas y más atrás algunas caléndulas.

Los abuelos alquilaban y le habían abierto la casa a Zule y Mario, casi con la segura intención de que no nos fuéramos de ahí, compráramos la casa y no los echáramos a ellos…En fin.

Para cuando yo nací, Papá ya había armado una cocina con paredes de madera pintadas de azul, era como una prefabricada que daba a ese lado del jardín y en la que había quedado un cuartucho atrás, donde se armó una especie de taller y galponcito para las herramientas. En ese lugar hoy está el comedor.

Una casa simple, tipo chorizo con una galería medio a la intemperie que abría el paso a las dos habitaciones destinadas a dormitorios y más atrás una gran cocina que tenía para esos fines, cocinar, un sistema a leña  o carbón que con el tiempo sería reemplazada y modificada, hasta dejarla como se la ve hoy, allí en ese mismo lugar.

Recuerdo los 6 de enero con lluvias de verano inundando el patio de la galería con frecuencia, arruinando mis cumpleaños, evoco la instalación de una mampara de hierro y vidrios repartidos, cuyo fin fue cerrar la galería y convertirla en un cuarto más de la casa, esto fue después de desarmar la cocina de madera y arreglar la grande, al mismo tiempo que se agregaba otra cocina para los abuelos (Antonia y Pascual pasaron de ser inquilinos a huéspedes cuando finalmente, producto del esfuerzo Mamá y Papá compraron la casa).

Y así vivimos, muchos años, todos juntos. En el fondo, el gallinero de la abuela dio paso primero a unos canteros y un galponcito y finalmente un patio de baldosas tapizó ese lugar, donde otrora picoteaban las gallinas.

Un lavadero y el antiguo baño,  también se fueron modificando al igual que nuestra higiene; en el cambio conocimos el papel higiénico, porque anteriormente, cualquier otro hubiera sido útil para los respectivos fines. Solía mi abuela guardar, planchar y cortar el papel de estraza que venía envolviendo las compras del almacén.

Vida simple y sencilla con vida en la calle, con festejos del carnaval, con navidades y años nuevos de mesas en la calle, para contarlo con nostalgia pero sin melancolía.

Hoy es como si la casa recuperara su aire original, es el mandato genético que va en su salvaguarda de desangelados nuevos inquilinos y retoma un curso que también está en el ADN de nuestra descendencia.

Las artes, la plástica, las pinceladas en medio del viejo galpón de la calle 65 donde Santiago, José, Tinito daban rienda suelta a su vocación discipularia y quinquelista, los tíos abuelos amantes del bon vin y las figuras coloridas de la Boca de Quinquela, la paleta del tío Roberto, deben haber dejado huellas entre nosotros.

Las manos invitadas y laboriosas de Carlos y Norma, envidia de paciencia y vocación creativa y el don de la palabra para contar estas historias, todo junto, todo en ésta génesis.

Una causalidad para que hoy con el recuerdo del diminutivo de tu nombre, vuelva a estar en tus manos, la casa del amor y el sacrificio, el espacio entrañable de los recuerdos, las travesuras en la montaña de tierra con el relato de un partido imaginario, tan fantástico como el palito que hacía de micrófono, todo parece volver.

Porque nunca te fuiste, estás entre éstas paredes, en los ladrillos viejos y nuevos, en las formas los temores y las alegrías.

Que mejor entonces que consagrarte el tiempo que viene. Creación, conocimiento, aprendizaje, las herramientas que nos diste y que reaparecen en tu nombre.

Bienvenida Zule, bienvenida en el color, en las voces que enseñan y las que aprenden.

La vida se prolonga con formas curiosas. Pero se extiende únicamente cuando la siembra deja ésta cosecha de amor profundo.

Buena vida por la buena vida que nos diste y porque a pesar de no verte, estás siempre ayudándonos a aprender.

Gracias Mica por mantener encendida ésta luz.



MG




2 comentarios:

  1. Me gustan los lugares que tienen historias para contar...
    Muchas bendiciones!
    Un abrazo!!!

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  2. Qué hermosa historia! Yo también nací en una casa chorizo, con una galería techada, descubierta de un lado y con dos habitaciones del otro lado, en el fondo la cocina y un patio con gallinero. Era la casa de mi abula que luego mis padres reformaron y modernizaron. Hoy pasé por la puerta del taller y algo "me llamó", entonces me quedé un rato parada mirando y dije en voz alta "¡Qué lindo!", tomé un volante, el último que quedaba, y cuando llegué a mi casa lo primero que hice fué llamar por teléfono. En abril comenzaré Entrenamiento Corporal y Danza Contemporánea,estoy muy animada y ansiosa por entrar en esa casa, llena de arte y de gente maravillosa.
    Un abrazo a todos!
    Sara

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